Fue un domingo triste.
Regrese de una salida con una amiga. Estaba contenta porque me había divertido. Siempre nos divertimos con mi amiga. Pero esa semana había sido fatal y yo sentía la necesidad de salir a disfrutar. La noche estaba hermosa, el cielo despejado, es una pena que en cielo de Buenos Aires no se puedan observar con claridad las estrellas. Es una de las cosas que mas extraño de mi ciudad que me vio crecer. Hacia calor, me encantan esos días que podes salir sin abrigo. En el lugar en el que estuvimos el ambiente era agradable y nos reímos mucho. Pero toda noche, llega a su fin, había amanecido. Ella se iba a su casa y yo a la mía.
Entre en el departamento, la persiana estaba baja, con un leve espacio para que mi gata pudiera entrar y salir a su antojo. La luz entraba apenas. El living se llenaba con esa precaria luz que asomaba. La mesa estaba tal cual la había dejado. La pava y el mate, intactos. La computadora había quedado encendida. Me senté, entre al Facebook para ver que había pasado en esas horas de ausencia, y sucedió...
Vino a mi mente como un flash, como un golpe, de repente me vi en ese mismo día un año atrás. Llegando de la primera salida con un chico que me gustaba, entrando al mismo departamento, con la misma cantidad de luz que iluminaba el living, la pava, el mate, la computadora encendida, yo sentándome para escribirle a una amiga.
Mi vieja en la habitación semi dormida. Fue en ese momento que las lágrimas comenzaron a brotar. Recordé toda la situación, mi felicidad del momento, yendo a la pieza, acostándome al lado de ella. Ella preguntándome como me fue, recordé todo exactamente como había sucedido. Su pregunta, mi respuesta. Mi abrazo. Su voz diciéndome si quería unos mates. Mi Yo refunfuñando que recién había llegado.
Y volví a la realidad. Estaba llorando a mares...Diciéndome que aun no lo podía creer. Diciéndole que la extrañaba, que no podía con todo, que el dolor es insoportable, el dolor más que nada... el dolor es en todo el cuerpo y alma. Me fui a la cama... a desahogarme, a gritar su nombre contra la almohada, hasta quedar totalmente dormida por el desgaste de llorarla...
Cuando abrí los ojos, mire el reloj, eran las tres de la tarde, lo primero que pensé fue que no tenia ganas de levantarme, para qué... Pero me levante. Mire mi cara en el espejo del baño, y al mirarme recordé que me había quedado dormida llorando.El día estaba esplendido, el sol golpeaba con ganas la ciudad, me asome al balcón y vi que no había nadie en las calles, todos debían estar en las plazas, o en las terrazas, y me dije a mi misma, vos también deberías hacerlo. Sin embargo las ganas y las fuerzas no estaban distribuidas equitativamente. Me tire en el sillón y desde allí observe el árbol que tan verde esta ahora. Miraba la tele, la mirada ida. Pensaba un poco, las lágrimas fluían solas. O así me parecía.
Fue un domingo triste.
La noche llego, y aunque hice cosas, por momentos me pareció que lo único que había hecho era estar tirada en el sillón. Mire una película, me tome una cerveza para apresurar el sueño. Pero nada funcionaba. Me acurruque en el sillón, en posición fetal. Las lágrimas comenzaron nuevamente a caer, y por primera vez desde que se fue, le dije en voz alta que la extrañaba.
Mi gata se acerco y comenzó a maullar, me miraba con esos ojos verdes y me maullaba, miraba la puerta de entrada y me volvía a maullar. En esos momentos solo le puedo preguntar que le pasa, como si me fuera a responder.
Ya eran las cuatro de la mañana y yo no podía dormirme. El calor no era insoportable, pero ayudaba a mi incomodidad. Entonces me fui a la cama, creyendo de esa forma que mis ojos podrían conciliar el descanso deseado. Lo ultimo que recuerdo es que levante la mirada hacia la ventana y vi que ya era de día, y me pregunte si me iba a poder levantar en pocas horas.
Cuando desperté, como siempre mire el reloj, eran las doce del mediodía, salte de la cama, a esa hora estoy saliendo para el trabajo. Lo primero que hice fue lavarme la cara, como cualquier otro. Lo sorprendente fue cuando me vi en el espejo. Me mire a los ojos, yo misma, y me dije. Soné con vos mamá. Trate de recordar todo, pero solo venían imágenes aisladas. Vos, el living, yo, tu chal, tu pelo, mi pregunta fundamental. Estas conmigo? Si, siempre.
Ahora. Después del día laboral, después del descanso. Después de haber hilado las imágenes te puedo contar el sueño a vos, a vos que estas leyendo, que ya leíste todo y llegaste hasta acá. Porque si llegaste hasta acá, quiere decir que te importa lo que te voy a contar, tanto como a mi, ese sueño, simple, me ayudo un poco para mi tranquilidad.
Estábamos aquí, en mi departamento. Ella estaba sentada en la mesa. Tomando mate. Yo estaba parada junto a ella. Le hacia preguntas, pero no me respondía. Le pregunte porque se fue, porque nos dejo. Le dije que la extrañaba. Ella no respondía, solo me miraba y hacia las muecas que tanto la distinguían. Le pregunte si había estado conmigo todas las veces que la llame, me respondió que si. De repente estaba en la pieza, yo sola, ella seguía en el living, me decía a mi misma, no le preguntaste si estuvo el otro día que lloraste hasta dormirte. Ahora pensándolo, el sueño trascendió el tiempo, el otro día representaba mi domingo triste que en tiempo real fue hace un día atrás. Entonces fui hasta el living y le pregunte. Estuviste ese día que llore desconsoladamente, que grite tu nombre, que me dormí llorándote. Y ella... Solo me miro a los ojos, y me respondió, "Siempre estoy con vos hija, siempre". Y así, sin mas, le sonreí, la abrace y simplemente volví a la habitación.
Después de tres meses, mi mamá, ella misma, me dijo que esta conmigo. Nada más, ni nada menos.
Si Joha, ella estuvo, esta y estará con vos, siempre siempre siempre. Te quiero,
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